miércoles, 13 de junio de 2018

Pérdida de un ser querido.

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La pérdida de un ser querido ocasiona uno de los dolores más desgarradores que pueda experimentar un ser humano. Y por lo general sorprende, porque por muy deteriorado que hubiese estado el fallecido, el amor que se le tiene dificultaba en extremo ver la posibilidad de un desenlace fatal.
-       Amar y saber, todo junto no puede ser. (España)

En parte por la sorpresa del evento o por las exigencias de los rituales del velorio y enterramiento, los niveles de tristeza no son tan elevados inmediatamente a la pérdida, más bien aparece ira en forma de reclamos al fallecido por haberse ido y abandonar al doliente.

Pero en días posteriores aparece una verdadera avalancha de recuerdos que se remontan a los inicios del vínculo con el fallecido. Se magnifican los aspectos positivos, se les resta valor a los negativos, y se instala un dolor incomparable ante el cual el individuo se defiende negando transitoriamente la pérdida al punto de que estando perfectamente despierto llega a sentir que todo es un mal sueño que desaparecerá al despertarse, lo cual evidentemente no ocurre.

Aparecen sentimiento de culpa por supuestas faltas cometidas con el fallecido, así como desinterés por actividades de la vida cotidiana incluso por aquellas que antes eran muy significativas.

Con el transcurso de los meses ocurre una paulatina reconexión con la vida diaria y el dolor va aliviándose hasta que se puede recordar al ser querido sin sufrimiento, incluso hasta con la alegría y el cariño que acompañaron los momentos vividos juntos.

Lo anterior es una descripción aproximada de un duelo normal, pero con relación a las actitudes ante este tipo de acontecimiento existen desviaciones que intensifican o alargan innecesariamente el dolor y pueden conducir a enfermedades tanto mentales como físicas. Dentro de ellas se encuentra el no aceptar la realidad de la pérdida lo que puede acompañarse de realizar las actividades de la vida diaria como si nada hubiese ocurrido y hablar del fallecido como si estuviera vivo, aunque ausente en ese momento. La negación disminuye el dolor, pero impide que se elabore el duelo en todas sus fases por lo que no se llega a la resolución de este.
-       Si rodeamos el dolor, siempre permaneceremos en él. Si queremos superarlo no valen atajos: hay que atravesarlo.

A veces el doliente confunde el necesario llanto ante la pérdida, hablar de la misma o buscar ayuda con debilidad, y al no llorar o hablar su dolor no lo drena, lo cual por lo general tiene repercusiones posteriores en la salud física y mental.
-       Sufrimiento que no se expresa en llanto lo hará con síntomas.
-       Compartir el duelo alivia el sufrimiento.

Otros pretenden encontrar alivio mediante el consumo de sustancias, lo que conduce a la adquisición de adicciones con lo cual se agrega un problema de gran magnitud al duelo no resuelto.
-       Hay quien busca refugio en una colmena.

Una desviación frecuente es quedar anclado en el dolor de la pérdida con la convicción de que dejar de sufrir o darse placeres que antes se compartían con el difunto es un irrespeto a este, lo cual, por lo general, se acompaña de procederes que reactivan constantemente el sufrimiento y mantienen el duelo en su fase aguda como son el tener la casa llena de fotos, ir constantemente al cementerio, mantener el cuarto y pertenencias del fallecido como este las dejó el día de su muerte o como le gustaba que estuvieran. Desde esta posición a veces se pretende que otros dolientes que ya elaboraron su duelo y se reconectaron con la vida, continúen sufriendo.
-       Lo que ahoga no es caer al río, sino mantenerse sumergido en él.

También con gran frecuencia el doliente se flagela insistentemente pensando en faltas cometidas con el fallecido, muchas realmente ocurridas, pero sobrevaloradas, dentro de las que se encuentran tratos no adecuados o el haber deseado que falleciera para que dejara de sufrir.
-       Lo que pasó no puede dejar de haber pasado.
-       A lo hecho pecho.

Como propuestas de actitudes saludables ante el duelo se encuentran el aceptar la realidad e irreversibilidad del fallecimiento del ser querido.
-       Aceptad aquello que no puede ser cambiado.

Concebir el llanto y otras manifestaciones culturales para drenar el dolor como conductas normales y necesarias tras una gran pérdida y no como expresiones de debilidad o blandenguería. La verdadera fortaleza ante la nueva realidad consiste en decidir y mantener la decisión de transitar por las diferentes etapas del dolor inteligentemente, lo cual incluye el buscar el espacio con un mínimo de privacidad para desahogarse llorándolo o hablándolo, y buscar ayuda si fuera necesario. 
-       Sabiendo sufrir se sufre menos.
-       Pena compartida es pena disminuida.

Perdonarse a sí mismo lo que permite recordar al fallecido y pensar en su pérdida sin culpa.
-       Nadie cumple a la perfección con todos sus roles en todo momento.
-       ¿Si has sido capaz de perdonar a otros, qué te impide perdonarte a ti mismo?

Aprender a vivir y reconectarse con la vida a través de metas en ausencia del difunto para lo cual es necesario que este, sin dejar de ser importante, no sea el centro de la existencia.
-       Nunca olvidas a alguien importante en tu vida, solo aprendes a vivir sin él.
-       Tu vida ira hacia adelante cuando apartes de ti actitudes que llevan hacia atrás.

CONSIDERACIONES FINALES
Dentro de las actitudes desviadas ante el fallecimiento de un ser querido se encuentran la negación, quedar anclado al sufrimiento, confundir el necesario llanto con debilidad, y un mal procesamiento de la culpa. Como propuestas de actitudes saludables pudieran plantearse aceptar la realidad e irreversibilidad de lo acontecido, concebir el llanto y otras manifestaciones culturales para drenar el dolor como conductas normales y necesarias tras una gran pérdida y no como expresiones de debilidad o blandenguería, perdonarse a sí mismo y aprender a vivir y reconectarse con la vida a través de metas en ausencia del ser querido.

Esto es todo por hoy, luego seguimos con más. Muchas gracias.
 

PÉRDIDA DE UN SER QUERIDO por Arturo José Sánchez Hernández.


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Encuentra este tema en el libro "El poder de la actitud positiva".Capítulo segundo. Eventos vitales a enfrentar.

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